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Orden Divino

Parte Uno: Una Visión General Del Orden Divino En La Iglesia

Todos nosotros odiamos la confusión. Pregúntele a cualquier padre si prefieren la confusión y si abiertamente promueven el caos en sus hogares. Pregúntele a un librero si la mejor manera de dirigir una librería es sencillamente arrojar todos los libros en una bodega y revisar todo el morro de libros cada vez que se requiera un libro. ¿Cómo serían nuestras reuniones de comunión si todos hablan a la vez y si hubiera tres enseñanzas sucediendo al mismo tiempo? ¿Cómo se verían nuestras vías sin luces, señales, un acuerdo entendido de que todos conducimos al lado derecho de la vía, límites de velocidad y así sucesivamente? El mundo en el que vivimos no podría funcionar sin orden.

La pregunta es, ¿qué orden vamos a seguir . . . el humano o del divino? Esta es la pregunta que enfrentamos en cada decisión que hacemos mientras permitimos al Espíritu Santo formarse a sí mismo en nosotros. Ciertamente todos conocemos las Escrituras que nos enseñan a negarnos a nosotros mismo y poner a otros primero y estimar a otros como mayores a nosotros mismos. Recordamos con gozo que estamos siendo transformados a la imagen de Su Hijo, Jesús el Cristo. Y sin embargo todavía tratamos de ordenar nuestros mundos de acuerdo a la última sabiduría del hombre.

T. Austin-Sparks observó sabiamente: “Para aquellos que tienen conocimiento de la Biblia es evidente que toda la Escritura se rige a lo largo de las cuatro líneas que hemos indicado; básicamente que

1. Dios es un Dios de orden;

2. Satanás es el príncipe de un mundo bajo juicio divino, y la naturaleza de ese juicio es la confusión;

3. Cristo, in Persona y obra, es la encarnación del orden divino;

4. La iglesia es el recipiente elegido en la cual, y a través de la cual, ese orden divino debe manifestarse y administrarse en los siglos por venir.”[1]

Hay un patrón discernible de orden divino en todo lo que el Señor hace. Empezando con la eternidad hacia el pasado, podemos discernir el orden divino en la Trinidad. Cuando Dios crea el mundo y Sus instituciones, podemos observar este orden divino siendo duplicado en la familia, en el gobierno y en la iglesia.

Por ejemplo, declara la Biblia que “la cabeza de cada hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios” (1 Cor 11:3), y que “Dios no es un Dios de confusión sino de paz, como en todas las iglesias de los santos” (1 Co 14:33).

La Trinidad

Considere la Trinidad, y en particular, la relación entre el Padre y el Hijo. El Padre y el Hijo son iguales en atributos y esencia. Un breve repaso de los nombres de Cristo (Dios, Hijo de Dios, Señor, Rey de Reyes y Señor de Señores), Sus atributos (omnipotente, omnisciente, omnipresente, inmutable, vida y verdad) y Sus obras (crea, sostiene, perdona pecados, levanta los muertos, juzga, envía el Espíritu Santo) todos nos convencen de que Jesús es Dios. En adición, las afirmaciones directas de Jesús en Juan 10:30, 14:9, 17:21ss, y en Mateo 28:19 todas nos convencen de la deidad de nuestro Salvador. ¿Pero es posible ser igual y estar sometido? ¿A que se refiere 1 Corintios 11:3 dónde se declara que “la cabeza de Cristo es Dios”? Aquí vemos el orden divino en su más pura forma y práctica. Siendo completamente Dios, Jesús “quién, siendo por naturaleza Dios, no considero el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Fil 2:6-8).

Escuche la confesión de Cristo al explicar Su sumisión a Su Padre:

Juan 6:38 — “Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió.”

Juan 4:34 — “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra.”

Juan 5:30 — “Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió.”

Mateo 6:10 — “venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.”

Mateo 26:39 — “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.”

¡Igual pero sometido! Así es como funciona el orden divino en la Trinidad. Es este orden divino el que está grabado en toda Su creación. La familia, el gobierno y la iglesia tienen todas instrucciones explícitas en cuanto a su función y práctica. Todos estos mandatos están fundamentados en el orden demostrado que existe dentro de la obra de la Trinidad. No son mandatos arbitrarios de un Dios caprichoso, ni están limitados por cultura o tiempo. Dios creó la familia, al gobierno y a la iglesia para verse y trabajar como la Trinidad, y para disfrutar las bendiciones del orden divino en todo lo que hacemos.

La Familia

De siguiente en el orden de creación está la familia. No hay otra institución en la tierra que asemeje más cercanamente la Trinidad en su orden y función. No se equivoque, todas las comparaciones entre el pacto del matrimonio y el pacto de salvación de Dios que se encuentran en Efesios y Colosenses son un reflejo se Su amor y Su deseo de compartir ese amor con nosotros. Pero debemos ordenar nuestros matrimonios de acuerdo a Su plan, no el nuestro. En la misma manera en que opera la Trinidad en el orden divino, así el Señor espera de nosotros que vivamos nuestros matrimonios.

Un esposo y una esposa son iguales en atributos y esencia. Gálatas 3:28 revela que “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús.” Así como el Padre y el Hijo, un esposo y una esposa son iguales en atributos y esencia. Pero para que la familia funcione bíblicamente, Dios clara e inequívocamente definió el plan divino. El esposo es definitivamente la cabeza de la esposa: “la cabeza de la mujer es el hombre” (1 Cor 11:3). Como la cabeza, a él se le ordena amar a su esposa así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Él debe amarla así como ama a su propio cuerpo y nutrirla y cuidarla. La esposa debe someterse a su esposo en todo (igual como dentro de la Trinidad: iguales, pero sometidos). Y los hijos deben obedecer. Dicho de manera simple, el plan para el orden divino en la familia es: Esposos amen, esposas sométanse, hijos obedezcan.

Dese cuenta que tan cercanamente esto imita el orden que existe entre el Padre y el Hijo. Ya que estamos predestinados a ser conformados a la imagen de Su Hijo, vea cómo el orden divino trabaja en nuestro beneficio, cómo son mucho mejores los planes del Señor que los de los hombres. Considere el caos y la confusión total que existe en todos aquellos que escogen ordenar su vida familiar de acuerdo a la sabiduría humana en vez de la sabiduría de Dios. Algunos se sienten bajo el orden de Dios, argumentando desde un punto de vista cultural que estas directivas están fuera de tiempo o fueron solo para el tiempo en que fueron escritas y que vivimos en un tiempo cultura más iluminada. ¡Qué superfluos! El plan de Dios para la familia no es más que lo que Él y Su Hijo han disfrutado por la eternidad, ¡y funciona!

Note el orden en el orden divino. El Hijo se somete al Padre. El hombre se somete al Hijo. La esposa se somete al esposo. Los hijos obedecen a los padres. No por obligación sino voluntariamente, humildemente y con gozo mientras caminamos en el plan de Dios para nosotros.

El Gobierno

El siguiente en el orden de creación en el tiempo es el gobierno. Los pasajes principales que explican el orden divino en el gobierno son Romanos 13:1ss, Tito 3:1ss y 1 Pedro 2:14ss. De estos, se pueden discernir tres principios:

Principio #1 — “pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él” (Ro 13:1).

Principio #2 — “Todos deben someterse a las autoridades públicas” (Ro 13:1).

Principio #3 — “Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra los que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo” (Ro 13:2).

Se requiere de fe para someterse a Dios; una esposa requiere de fe para someterse a su esposo; se requiere de fe para someterse a las autoridades gobernantes. A veces olvidamos que la historia (history) es Su (His) historia (story), y que el Señor está obrando Su voluntad en todo tiempo. Pedro, en 1 Pedro 2:13, urgía: “Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad, o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que practicando el bien, hagan callar la ignorancia de los insensatos.”

A fin de construir la fe, necesitamos recordar que el Señor:

• “Despoja de su autoridad a los reyes, y les ata un simple taparrabo” (Job 12:18).

• “Juzga: Él humilla a uno, Él exalta a otro” (Sal 75:6-7).

• “Cambia las tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría y a los inteligentes discernimiento“ (Dan 2:21).

• “es soberano de todos los reinos humanos, y se los entrega a quién él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres” (Dan 4:17, 32).

El gobierno es el ministro o servidor de Dios. El estableció las autoridades gobernantes para ser ministros de ira, para castigar a aquello que hacen injusticia. Nuestra sumisión incluye obedecer las leyes (Tito 3:1) y el financiamiento de esas leyes por medio del pago de impuestos (Rom 13:7). Es el mismo patrón en la Trinidad y en la familia . . . ¡orden divino!

La Iglesia

La Palabra está llena de mandatos concernientes a nuestras reuniones juntos para adorar. Se coloca un énfasis en la demostración pública del orden divino al reunirnos juntos para celebrar la Cena del Señor, orar, exhortar, cantar y disfrutar la comunión. ¿Pero reflejan nuestras asambleas el orden divino o reflejan lo mejor que el hombre puede hacer?

¿Quién es la cabeza de la iglesia? Pablo escribe “Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero” (Col 1:18); “Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia” (Ef 1:22); “Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Ef 4:15); y “Cristo es la cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo.” (1 Cor 11:3). No un pastor o anciano, no una denominación ni un superintendente general, no un obispo o un apóstol, sino Cristo, es la cabeza de Su iglesia.

En la misma manera en que Jesús se sometió a Su Padre, en esa misma manera es que la esposa se debe someter al esposo, en esa misma manera es que los hijos deben obedecer a sus padres, en esa misma manera es que debemos someternos a las autoridades gobernantes, y la iglesia someterse a Él en todas las cosas. La expresión pública de nuestra comunión debe ser un ejemplo de su sumisión en todo lo que hacemos.

¿Cómo entran los ancianos en esta ecuación? Se supone que los ancianos sean ejemplos del orden divino en acción. Note los requisitos para los ancianos y su descripción de trabajo. 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:7-9 describen a estos hombres como hombres que son cabezas de sus hogares, que llevan sus casas en orden (divino), cuyas esposas e hijos están funcionando en ese orden. 1 Pedro 5:1-5 afirma que estos ancianos deben dirigir con el ejemplo, no por obligación, proveyendo supervisión por medio de su propio fiel ejemplo de sumisión así como el ejemplo de fiel sumisión de sus familias. No deben enseñorearse sobre la congregación, sino seguir el ejemplo del Señor, deben llevar vidas ejemplares de sumisión.

Todos los mandatos de 1 Corintios son los ‘cómo’ de la expresión del orden divino públicamente: No se emborrachen, no se coman toda la comida antes de que lleguen los demás, cubrirse la cabeza, mujeres en silencio, liderazgo masculino, las instrucciones concernientes a los dones, y más importante todavía, las instrucciones concernientes a la Cena del Señor. Todas son con el propósito de expresar el orden divino. Como todos los mandatos del Señor, no están sujetos a consideraciones culturales de tiempo, sino que son expresiones continuas se Su propia sumisión.

Iguales Pero Sometidos

El Padre y el Hijo y el Espíritu Santo desde siempre en la eternidad han vivido en una perfecta sociedad. Fuimos creados para tener comunión con el Padre. El pecado rompió esa comunión y en vez de la perfección nuestro mundo se llenó de caos y muerte. En sumisión a Su Padre, el Hijo murió para que otra vez pudiéramos tener comunión con Su Padre. Estamos predestinados a ser hechos a Su imagen. Como resultado de esto, el Padre creó la familia para que funcionara igual que la Trinidad. Una cabeza, el esposo. Dios entonces creó las autoridades de gobierno y nos llama de nuevo a someternos a ellas. El día de Pentecostés, nació Su iglesia. La iglesia debe operar así como la familia y así como la Trinidad. Orden divino: En la Trinidad, en la familia, en el gobierno y en la iglesia.

— Mike Indest

Parte Dos: Un Ejemplo del Orden Divino en la Iglesia

Aplicar correctamente 1 Corintios 14:33b-35 es un reto, especialmente para aquellos involucrados con una iglesia que tiene reuniones participativas. El texto dice: “Como es costumbre en las congregaciones de los creyentes, guarden las mujeres silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley. Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos; porque no está bien visto que una mujer hable en la iglesia” (1 Co 14:33-35).

Ya que este pasaje debe ser aplicado en una base semanal, es algo que debe ser tratado seria y honestamente. Antes de intentar explicar lo que este pasaje significa, debemos hacer primeramente unas pocas observaciones preliminares generales sobre el texto.

Primero, era la regla para todas las congregaciones en todo lugar. Especialmente con respecto al silencio de las mujeres, Pablo apela en 1 Corintios 14:33b a la condición que ya era verdadera en “todas las congregaciones de los santos.” Esto sugiere que, lo que sea que Pablo quería de las mujeres, era una práctica universal. Mas adelante, él afirma que las mujeres deben permanecer en silencio en las “iglesias” (plural, 14:34). Ya que la Biblia generalmente habla de manera filosófica de que solo hay una iglesia por ciudad, el uso de la palabra “iglesias” en plural podría decirse que se refiere a todas las iglesias de ciudad en existencia en ese tiempo.

Segundo, este pasaje no es simplemente la opinión no inspirada de Pablo. Tal vez, en anticipación a la oposición a esta instrucción sobre el rol de la s mujeres durante la fase participativa de la reunión de iglesia, Pablo respalda su mandato con el recordatorio: “Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor” (14:37). Y entonces advierte, “Si no lo reconoce, tampoco él será reconocido” (14:38). Por lo tanto, lo que sea que este pasaje signifique, no es meramente la opinión de Pablo. Es el mandato del Señor. Mas vale que no lo ignoremos.

Tercero, la palabra silencio viene de sigao y significa la ausencia de todo ruido, sea hecho al hablar o por cualquier otro medio. Es revelador darse cuenta cómo sigao es usado en otros lugares en 1 Corintios 14. Los que hablan en lenguas fueron instruidos a guardar silencio (sigao, 14:28) si no había un intérprete presente, y los profetas debían callar (sigao, 14:30) si una revelación venía a alguien más. No debían dirigirse a la iglesia, ni los que hablaban lenguas ni un profeta bajo ciertas circunstancias. Siendo así, cualquiera que sea la aplicación correcta para las mujeres, existen tiempos en que una hermana no debe dirigirse a la iglesia reunida. El mandato clave es que la mujer permanezca en silencio (14:34) durante las reuniones participativas de iglesia.

Cuarto, el contexto alrededor de este pasaje concierne al orden durante la fase participativa de la reunión semanal de iglesia en el Día del Señor (1 Co 14:40). La razón principal para que la iglesia se reúna semanalmente es para ser edificada (1 Co 14:4-5, 12, 26, Heb 10:24-25). El método principal para alcanzar esta edificación es a través del compañerismo de la Cena del Señor como una comida (vea 1 Corintios 11b). Como en cualquier evento de cena grande, este es un tiempo en el cual muchas conversaciones se dan de manera simultánea y en donde ninguna persona es destacada. Tanto hombres como mujeres hablan libremente, se relajan y comparten al mismo tiempo durante la comida. En la iglesia primitiva, cuando la fiesta de compañerismo iba llegando a su fin, la segunda fase de la reunión iniciaba. Esta segunda fase es descrita en 1 Corintios 14. Este es el tiempo para enseñar, cantar, testimonios, etc. La regla extendida para esta parte de la reunión es que solo una persona a la vez debe dirigirse a la congregación. Todos los demás deben escuchar en silencio. El hablar debe ser “uno a la vez” (14:27) y “en turnos” (14:31). Así que, lo que sea que este pasaje sobre el silencio signifique, específicamente concierne al silencio con respecto a ser el único hablando públicamente a la asamblea. Lógicamente, no plica por lo tanto al canto congregacional, las respuestas del grupo o las conversaciones privadas susurradas, y ciertamente tampoco al compartir durante la Cena del Señor (1 Co 11:17-35).

Quinto, el requerimiento a las mujeres para estar en silencio con respecto al hablar públicamente a la congregación reunida no es un asunto de habilidad, dones o espiritualidad. Más bien, es un asunto de orden divino, obediencia y el poner a otros primero por el bien del avance del reino. Por ejemplo, a un hermano que viene a la reunión preparado para hablar en lenguas se le pide que frene el uso de este don si no hay un intérprete presente. Un profeta puede tener una palabra ardiendo que es genuinamente del Señor, pero si otra revelación viene a alguien más, ese primer hermano debe para su participación profética. Similarmente, las hermanas cristianas son llamadas a permanecer en silencio en ciertos contextos limitados.

Dos Puntos de Vista

Entre los autores de este libro, prevalecen dos puntos de vista en cuanto al significado exacto de las palabras en este pasaje. Uno es el punto de vista del silencio en juicio, que sostiene que una mujer si puede hablar a la iglesia reunida, excepto para juzgar verbalmente una profecía que ha sido dada. De acuerdo a este punto de vista, la mujer debe permanecer en silencio solo con respecto al juzgar una profecía durante la fase interactiva de la reunión de iglesia. El otro punto de vista es el punto de vista del silencio en el hablar público, que entiende que la Biblia enseña que no hay nunca un tiempo en que una hermana debe dirigirse a la asamblea en plenaria tipo 1 Corintios 14.

El punto de vista del silencio en juicio es muy popular en la mayoría de la iglesia hoy en día. Históricamente, sin embargo, el punto de vista del silencio en el hablar público ha sido la posición sostenida comúnmente. En lo que todos los autores de este libro si están de acuerdo es que Dios creo al hombre y a la mujer con diferencias divinamente diseñadas. Cada género se ajusta de manera única al ministerio y llamado respectivo del Señor. Estamos como uno en apoyo a los roles ordenados por Dios tanto para los hombres como para las mujeres.

El Punto de Vista del Silencio en Juicio

Entre aquellos que están a favor del punto de vista del silencio en juicio, 1 Corintios 14:33b-35 (permanezcan en silencio) es tomado para aplicarlo al juicio de las diversas profecías mencionadas en 14:29-33a. En el 14:29a, Pablo ordena que hablen dos o tres profetas; y él después regula la profecía en 14:30-33a. Después, en 14:29b, Pablo manda que las profecías sean juzgadas cuidadosamente. Él después regula el juzgar en 14:30b-35. Siendo así, así como los que hablan en lenguas debían estar en silencio bajo ciertas circunstancias (14:28 – p.ej., solo con respecto a hablar en lenguas cuando no había un intérprete presente), y así como los profetas debían guardar silencio bajo ciertas circunstancias (14:30 – p.ej., solo con respecto a profetizar cuando otro profeta recibiera una revelación), así las mujeres debían permanecer en silencio bajo ciertas circunstancias (14:33b-35 – p.ej., solo con respecto a juzgar las profecías).

Ya que, el que una mujer juzgue la profecía en la iglesia sería asumir una postura autoritativa y, esto por ende, sería violar el requerimiento de estar en sumisión que se encuentra en otros lugares de las Escrituras (1 Tim 2:11-13). Note cómo Pablo relaciona el silencio de las mujeres en este pasaje con la sumisión (14:34), indicando que este silencio es con respecto al ejercicio de autoridad. De acuerdo a eso, las mujeres no está autorizadas a evaluar, cuestionar o interrogar a los profetas en cuanto a su ortodoxia. Hacerlo así las colocaría en una posición de autoridad sobre los profetas. En cambio, deben preguntarle a sus propios esposos en casa, después de la reunión, sobre por qué ciertas profecías no fueron retadas (14:35).

También, aquellos que apoyan el punto de vista del silencio en juicio consideran 1 Corintios 11 (sobre las mujeres profetizando) como sucediendo en una reunión plenaria, interactiva de iglesia. Esto es porque las instrucciones que siguen inmediatamente después de este pasaje, 11:17-34 (concernientes a la Cena del Señor), claramente tratan de una reunión corporal de iglesia. Así, en 1 Corintios 11:2, los Corintios son alabados por lo que hacían bien en sus reuniones, y en 1 Corintios 11:7 se les llama la atención por lo que hacían mal en sus reuniones. La aparente contradicción que por lo tanto se crea entre 1 Corintios 11:2-16 (mujeres orando y profetizando) y 1 Corintios 14:33b-35 (mujeres en silencio) se resuelve al entender el silencio en 1 Corintios 14:33b-35 como condicional. Las mujeres pueden hablar si sus participaciones son “en sumisión” (14:34). Sin embargo, si sus aseveraciones conllevan el hacer juicio sobre las profecías dichas en la reunión, entonces, bajo esta condición, la mujer debe permanecer en silencio. Así las hermanas solo deben permanecer en silencio algunas veces, pero no siempre.

El Punto de Vista del Silencio en el Hablar Público

En apoyo al punto de vista del silencio en el hablar público, nótese el aparente absoluto de 1 Corintios 14:33b-35. La orden parece ser clara como el cristal. Cómo ya se ha mostrado antes, el griego detrás de silencio (sigao) genuinamente significa completamente sin ruido. Esto está en contraste con otra palabra que Pablo habría podido usar (hesuchia) que usualmente significa “silencio” en el sentido de tranquilo, calmado o relajado, pero no necesariamente completamente en silencio (vea su uso en 2 Tes 3:12; 1 Tim 2:2, 11-12). Además, cómo si anticipase que alguien podría malinterpretar el significado de “las mujeres deben permanecer en silencio en las iglesias,” Pablo agregó la clarificación de que a las mujeres “no se les permite hablar” (14:34). Él no lo limitó especificando que ellas no tenían permiso de hablar en lenguas ni decir una profecía ni hablar juzgando ni hablar enseñando. No se le agregó un calificador. Evidentemente, las mujeres no deben decirle nada a la asamblea reunida. De hecho, ni siquiera deben hacer una pregunta en la iglesia (14:35), porque “no está bien visto que una mujer hable en la iglesia.” Los pies de página originales en la Biblia Geneva de 1599 lo ponen de esta manera: “A las mujeres se les ordena estar en silencio en las asambleas públicas, y se les ordena preguntarle a sus esposos en casa.”

Gordon Fee, en el New International Commentary on the New Testament: The First Epistle To The Corinthians (Nuevo Comentario Internacional del Nuevo Testamento: La Primera Epístola a los Corintios), observó que: “A pesar de las protestas a lo contrario, la ‘regla’ en sí misma se expresa de manera absoluta. Esto es, se da sin ninguna forma de calificación. Dada la naturaleza no calificada de la prohibición siguiente de que ‘las mujeres’ no tienen permiso de hablar, es muy difícil interpretar esto como significando algo más que todas las formas de hablar en público . . . el sentido más plano de la oración es una prohibición absoluta de todo hablar en la asamblea.”[2]

De acuerdo al The Expositor’s Bible Commentary (Comentario del Expositor Bíblico), “las mujeres no debían hablar en la adoración pública (33b-36) . . . El mandato parece absoluto: Las mujeres no deben hablar públicamente en la iglesia.”[3] Más allá, B.B. Warfield escribió que “precisamente lo que el apóstol está haciendo es prohibirle a las mujeres que hablen del todo en la iglesia . . . Sería imposible para el apóstol hablar más directa o más enfáticamente que lo que ha hecho acá. Él demanda de las mujeres que permanezcan en silencio en las reuniones de iglesia; porque qué es lo que “en las iglesias” significa, no había en ese entonces edificaciones eclesiales.”[4]

El teólogo Bautista del Sur, John Broadus, comentando sobre 1 Corintios 14:33-34 y 1 Timoteo 2:11-15, afirmó, “Ahora, no es necesario ser enfáticos en que estos dos pasajes del Apóstol Pablo definitiva y fuertemente prohíben que las mujeres hablen en las asambleas públicas mixtas. Nadie puede darse el lujo de cuestionar que tal es el significado más obvio del mandato del apóstol.”[5]

Un estudio de las normas culturales del primer siglo también sugeriría que Pablo verdaderamente pretendía que las mujeres permanecieran en silencio al hablar en público. En las sinagogas judías, a las mujeres no se les permitía hablar en público. Así mismo, el biógrafo secular griego, Plutarco, escribió que la voz de las mujeres modestas debía ser guardada del público, y que ellas deberían sentir tanta vergüenza de que se les escuchara como si las desnudaran.[6] Los comentarios de Plutarco parecen reflejar el sentimiento común grecorromano de la época. Así, si Pablo pretendía para las mujeres que se les permitiera hablar en la iglesia, ¿no tendría entonces que haber escrito extensamente para convencer a sus lectores de una práctica tan en contra de la cultura? Sin embargo, no se puede encontrar tal argumento en el Nuevo Testamento. En cambio, está el mandato del silencio; un mandato que no se basa en la cultura del tiempo de Pablo, sino en la práctica universal de todas las iglesias y sobre las Escrituras Hebreas (“como dice la Ley”, 14:34). Pablo ciertamente afirmó la igualdad de género en Gálatas 3:28 (en contraste con la cultura del primer siglo), pero él aún así mantenía la sumisión de las mujeres a sus esposos (1 Co 11, 14:34, Ef 5:22ss, Col 3:18) y que el liderazgo en la iglesia debía ser masculino (1 Tim 2:11-13, 1 Tim 3, Tito 1).

¿Cuál es el propósito de que las mujeres permanezcan en silencio durante las reuniones participativas tipo 1 Corintios 14? De acuerdo al texto, su silencio es una forma de sumisión: “No se les permite hablar, sino que estén en sumisión, como dice la Ley.” La Ley del Antiguo Testamento obviamente no trata con mujeres permaneciendo en silencio en las reuniones de iglesia, pero si enseña la sumisión de las mujeres a sus esposos, y modela el liderazgo masculino tanto en la religión como en la sociedad. En una situación de iglesia en la cual toda la iglesia se ha reunido en un lugar para ser edificada a través de la enseñanza, la alabanza, la adoración, el testimonio, etc., los hombres son llamados a ser los líderes sirvientes primarios. Las mujeres deben practicar un silencio dinámico que anime a los hombres a hablar y practicar su liderazgo.

El punto de vista del silencio en el hablar público armoniza con las afirmaciones sobre las mujeres profetizando de 1 Corintios 11 con 1 Corintios 14 al resaltar que en ningún lugar el texto especifica que el profetizar de 1 Corintios 11 tiene en mente una reunión plenaria de iglesia. La oración y profecía de 1 Corintios 11 es por ende entendido como que sucedía en un contexto diferente al de una asamblea plenaria de iglesia. La presencia de la palabra Iglesias en 11:16 es tomada para referirse no a las reuniones de iglesia, sino al consenso de la totalidad de cristianos viviendo en varias locaciones geográficas.

¿Qué de las claras afirmaciones en 1 Corintios 14:26 de que cada uno puede hablar en la reunión o que todos pueden profetizar? En muchos contextos la palabra hermanos se refiere tanto a hombres como a mujeres. Otras veces, se refiere solo a los hombres creyentes (como en 1 Co 7:29, 9:5). Es un término variable. Algunos argumentan que a lo largo de la carta a los Corintios, hermanos se refiere a ambos, hombres y mujeres. ¿Es ese el caso también en 1 Corintios 14? Yendo al capítulo 14, después de haber iniciado en el capítulo 1, el fuir pare indicar que sí. A los lectores, a lo largo de 1 Corintios 14, se les habla de hermanos o ustedes. Sin embargo, hay un cambio de pronombre significativo e inesperado de ustedes a ellas en el parágrafo concerniente a las mujeres (14:33b-35). En vez de escribir, “mujeres . . .ustedes”, el texto dice, “mujeres . . . ellas.” ¿Por qué Pablo le escribe directamente a las hermanas, si estaban incluidas en el término hermanos?

Este cambio de pronombre puede ser explicado fácilmente si la palabra hermanos a lo largo de 1 Corintios 14 de hecho se refiere primeramente a los hombres. Por lo tanto a las mujeres se referiría en 3ra persona, ya que se escribe de ellas, en vez de dirigirse directamente a ellas. Así, cuando se afirma que todos, cualquiera, o cada uno de los hermanos puede participar en la reunión interactiva (14:26), puede estar refiriéndose específicamente a los hombres. Las mujeres (“ellas”) no deben hacer comentarios diseñados para que toda la iglesia los escuche. Interesantemente, el Textus Receptus agrega la palabra sus antes de mujeres en 14:34, lo cual evidencia que el término hermanos a lo largo de 1 Corintios 14 específicamente se refería a los hombres y no las mujeres. Ya que Pablo no dudaba en dirigirse directamente a las mujeres en otras de sus cartas (por ejemplo a Evodia y Síntique en Fil 4:2), el hecho de que aquí, en 1 Corinthians 14, no lo haya hecho, hace que el caso arriba sea todavía más diciente. Gordon Fee, en su comentario sobre este pasaje, observó que, “todas las directrices previas dadas por el apóstol, incluyendo el ‘cada uno’ del vs. 26 y el ‘todos’ del vs. 31, no debían ser entendidos como incluyendo a las mujeres.” (p. 706).

Conclusión

El silencio de las mujeres es ambos, una demostración y una aplicación del orden que debe existir en el hogar y en la iglesia. Anima a los hombres a tomar el liderazgo en la reunión, a ser responsables por lo que sucede, a participar verbalmente, a mejorar la articulación de sus pensamientos, a aprender a ser líderes, etc. Una esposa alegremente observó que mientras más callada estaba ella en la reunión participativa de iglesia, más su esposo pasivo empezaba a hablar y a tomar la dirección (compare con 1 Pe 3:1-2).

Algunas veces aquellos que explican más allá aquellos pasajes de la Escritura que limitan los roles de las mujeres en el ministerio fallan en ver la imagen general del orden familiar de Dios, establecido en la creación, que se ajusta tanto al Antiguo como al Nuevo Pacto. La iglesia primeramente se compone de familias. Que el orden de la iglesia contradiga el orden de la familia (Ef 5) generaría desorden y caos. El Señor creó y dotó a hombres y mujeres con roles complementarios de ministerio. Entender verdaderamente el orden de Dios tanto en la familia como en la iglesia nos lleva a darnos cuenta que estos pasajes limitantes no son tan restrictivos como protectivos. Ellos protegen a la mujer de la carga del liderazgo y el tener que funcionar como hombres. Así mismo animan a los hombres a ser líderes sirvientes. Y, Él nos está presentado una imagen de Cristo y Su Novia, la iglesia, que está sometida a Cristo como Cabeza.

Este es un asunto serio con consecuencias de largo alcance con respecto de cómo es aplicado. Nosotros todos tenemos que ver algo con este pasaje por lo menos cada semana. Mi propósito al escribir ha sido el ofrecer una alternativa bíblica a los acercamientos prevalecientes que son comunes hoy en día, y no atacar aquellos que sostienen puntos de vista contrarios al mío. Para aquellos que leen esto y no han tomado una decisión sobre cómo aplicar 1 Corintios 14:33b-35, por favor tengan en cuenta que no podemos simplemente meter nuestras cabezas en la arena y pretender que no existe. Como Pablo advirtió, “Si ignora esto, el mismo será ignorado” (14:38).

— Steve Atkerson

(Para tratados más completos sobre este retador tema, vea la sección de artículos en www.ntrf.org)

Preguntas de Discusión

1. ¿Por qué el orden es tan importante?

2. ¿Qué dijo T. Austin Sparks sobre el orden y el caos?

3. ¿Cómo ilustra la Trinidad el orden divino?

4. ¿Cuál es el orden bíblico para la familia, y cómo es similar al de la Trinidad?

5. ¿Cuál es el orden de Dios en relación al gobierno?

6. ¿Cuáles son las varias manifestaciones del orden divino en la iglesia?

7. ¿Por qué el orden divino expresado en 1 Corintios 14:33b-35 es particularmente relevante para iglesias con reuniones participativas?

8. ¿Qué evidencia hay de que 1 Corintios 14:33b-35 se aplica a todas las Iglesias en todo lugar?

9. ¿Por qué 1 Corintios 14:33b-35 no debe ser visto meramente como la opinión de Pablo?

10. ¿Qué significa la palabra griega sigao (“silencio”)?

11. ¿Cómo dictamina el contexto que el silencio es solo con respecto a ser el único hablando a la asamblea reunida?

12. ¿A qué otros hablantes se les dice que se refrenen y estén en silencio en la reunión?

13. Explique el punto de vista del silencio en juicio.

14. Explique el punto de vista del silencio en el hablar en público.

15. ¿Qué dijo Gordon Fee sobre la naturaleza no calificada de 1 Corintios 14:33b-35?

16. ¿Enseña la “Ley” (1 Co 14:34) el silencio, la sumisión o ambos? Vea Génesis 2:20-24, 3:16.

17. ¿Cuál sería el propósito de que las mujeres no hablen en la reunión participativa tipo 1 Corintios 14?

18. ¿Qué de la afirmación en 1 Corintios 14:26 de que todos pueden hablar en la reunión o de que todos pueden profetizar?

19. Explique el significado del uso del pronombre “ellas” (en vez de “ustedes”) en 1 Corintios 14:33b-35.

20. ¿Cómo se aplicaría 1 Corintios 14:33b-35 a la parte de la Cena del Señor de una reunión de iglesia (1 Co 11:17ss)?

21. ¿Cómo debería motivar 1 Corintios 14:38 a cada iglesia a tomar tiempo para honestamente tratar con 1 Corintios 14:33b-35?

Nota: La NTRF también ofrece recursos para maestros, para ayudar a dirigir una discusión sobre la vida de la iglesia neo-testamentaria. PidaThe Practice of The Early Church: A Theological Workbook (Leader’s Guide) en www.NTRF.org.

[1] T. Austin Sparks, The Collected Writings of T. Austin Sparks, Vol. 2, (www.austin-sparks.net), 70.

[2] Gordon Fee, The New International Commentary on the New Testament, The First Epistle to The Corinthians (Grand Rapids, MI: W. B. Eerdmans Publishing Co., 1987), 706-707.

[3] Frank E. Gaebelein, editor, The Expositor’s Bible Commentary, Vol. 10 ( Grand Rapids, MI: Zondervan, 1998), 275-276.

[4] B.B. Warfield, “Women Speaking in the Church” (The Presbyterian, Oct. 30, 1919), 8-9.

[5] John Broadus, “Should Women Speak In Mixed Public Assemblies?” (Louisville, KY: Baptist Book Concern pamphlet, 1880).

[6] Fritz Reinecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1980), 438.