Hay muchas cosas buenas que vienen de la predicación en las grandes iglesias (como la de Charles Spurgeon). Sin embargo, en las congregaciones más pequeñas se debe considerar el costo de oportunidad de las presentaciones en forma de monólogos. ¿Qué método de enseñanza ofrece el Nuevo Testamento para hacer discípulos eficazmente en congregaciones de menos de 100 personas?
Beneficio
Una gran ventaja de adoptar un estilo de enseñanza dialógico para los pastores bivocacionales es el tiempo que se ahorra en la preparación del sermón. Como hay debate, no se puede cubrir tanto texto cada semana (pero lo que se cubre será captado mejor por la iglesia), por lo que no se necesitará tanto tiempo para el estudio semanal. Además, el mensaje no tiene que elaborarse en forma de monólogo (tres puntos y un poema), lo que también ahorra tiempo.
Costo de Oportunidad
Se le preguntó a ChatGPT sobre el costo de oportunidad de los monólogos. La respuesta fue: “Los costos de oportunidad generales de las presentaciones con monólogo incluyen el tiempo y los recursos invertidos en preparar la presentación, la posibilidad de que el público no participe y la incapacidad de beneficiarse de las reacciones o la colaboración. Además, las presentaciones de monólogo pueden ser menos eficaces que las interactivas a la hora de transmitir información e inspirar acciones.”
Un Método de Enseñanza Inferior
La presentación en forma de monólogo es, francamente, un método inferior para provocar el aprendizaje en congregaciones pequeñas. Esto se debe a que muchos oyentes tienen una capacidad de concentración limitada (normalmente de veinte minutos). En consecuencia, se conectan y desconectan, captando sólo fragmentos de una conferencia y olvidan rápidamente el resto. Peor aún, una dieta semanal de sermones “imita a uno de los peores rasgos de la sociedad industrial moderna: la creación de una población dependiente, irreflexiva, semianalfabeta, relativamente carente de habilidades y casi desprovista de creatividad. Lejos de darse cuenta de que la estimulación de otras mentes es uno de los principales deberes de un maestro, la mayoría de los predicadores suelen hacer exactamente lo contrario”.[1]
Pedagogía Participativa
Durante los primeros siglos de su existencia, el cristianismo fue una religión ilegal. Las iglesias tenían que reunirse en secreto, normalmente en casas particulares. En una villa romana podían caber unas cien personas, pero no cientos ni mucho menos miles. En congregaciones tan reducidas, ¿era habitual la predicación de sermones unidireccionales y monologales?
Paul Mantuvo una Discusión
Consideremos las palabras que utilizó Lucas para describir cómo enseñaba Pablo cuando visitó la iglesia de Troas (Hch. 20:7ss). En primer lugar, Lucas registró que “Pablo hablaba con ellos” (20:7), de dielegeto, cuya forma léxica es dialégomai (traducido “diálogo”). Su significado primario es “llevar a cabo una discusión”[2] En otros lugares, dialégomai se traduce como “debatir” y “discutir”.[3] Lucas usó la palabra de nuevo en 20:9, donde se traduce como “habló”.
Además, Lucas señaló que Pablo “prolongó su discurso hasta medianoche” (20:7). “Discurso” proviene de logos, un término muy amplio. Aunque ciertamente puede referirse a un discurso, logos también puede significar simplemente hablar, como al conversar.[4]
Lucas describió además el método de comunicación de Pablo escribiendo que Pablo “conversó con ellos largamente”. (20:11). En español, la palabra conversar está obviamente relacionada con la conversación. El griego subyacente es homileo, “hablar con alguien”.[5] En este pasaje, homileo es prácticamente sinónimo de dialégomai. Pablo sin duda tenía mucho que decir, pero basándonos en Hechos 20:7-11, parece que no presentaba la información en forma de una conferencia. El método de enseñanza de Pablo era claramente más una discusión que un monólogo. Desde luego, no era un mensaje ininterrumpido, como si se emitiera por la radio.
Unos a Otros
Las reuniones de las iglesias primitivas eran bastante pequeñas, lo que permitía hacer un gran énfasis en el ministerio de los “unos a otros”. Por ejemplo, Hebreos 10:24-25 exhorta a los creyentes comunes a no abandonar la asamblea, sino a “estimularse unos a otros al amor y a las buenas obras… animándose unos a otros“. Colosenses 3:16 afirma que los creyentes deben estar “enseñándose y amonestándose unos a otros“. Pablo estaba satisfecho de que los cristianos en Roma fueran “capaces de instruirse unos a otros” (Ro. 15:14). Un estilo de enseñanza más interactivo parecería ser más adecuado en el contexto del enfoque de los “unos a otros” en las reuniones de la iglesia.
Participación
De 1 Corintios 14 se desprende que la espontaneidad, la informalidad y la libertad para hablar de los miembros ordinarios, no ordenados, era la norma en las reuniones de la iglesia del Nuevo Testamento: “cuando os reunís, cada uno tiene …”. (14:26, la cursiva es mía). Las directrices eran que sólo podía hablar uno a la vez y que todo lo que se dijera tenía que estar destinado a edificar la iglesia. Toda esta participación ordenada fue declarada “un mandato del Señor” (14:37). En este contexto de “cada uno tiene”, Pablo también se refirió a una “enseñanza” (NVI[6]; de didaché; traducido “didáctico”, 14:26). La JBS[7] aquí tiene “doctrina” – ninguna de las dos se tradujo como “predicación”. Con un formato tan abierto, ¿qué probabilidad había de que se exigiera a la congregación que se sentara en silencio y escuchara pasivamente una conferencia unidireccional?
Aprender Calladamente
Pablo prohibió a las mujeres enseñar o tener autoridad sobre un hombre. En cambio, las mujeres debían aprender “calladamente, con toda obediencia” (1 Tim 2:11).[8] La palabra griega para “calladamente” (heschuia) significa principalmente calladamente en el sentido de no causar problemas, de no discutir con el maestro. Se utilizó anteriormente en 1 Timoteo 2:1-2, donde se instaba a orar por los reyes para que los cristianos “lleven una vida pacífica y tranquila (heschuia)”. También se utilizó en 2 Tesalonicenses 3:11-12 con referencia a los ociosos entrometidos a los que se animaba “a hacer su trabajo tranquilamente (heschuia) y a ganarse su propio sustento.” Así, durante los tiempos de enseñanza, las mujeres debían estar tranquilas, sin disputar con el maestro – un requisito que no era necesario haber declarado a menos que fuera común que los congregados interactuaran con el orador.
Historia Cristiana Temprana
Un estudio de los escritos históricos de los primeros cristianos confirma que las lecciones en las reuniones de la iglesia eran de tal naturaleza que había una franqueza y apertura considerables entre el maestro y la congregación. Se interrumpía a los oradores con aplausos, pisotones, sugerencias al orador, citas públicas de las Escrituras por parte de la congregación, llantos, risas y diálogos entre el orador y el público.[9] Distaba mucho de la situación actual, en la que los congregados se sientan en silencio y escuchan pasivamente una conferencia bíblica de alto nivel.
Eruditos
Una habilidad que muchos educadores siguen encontrando difícil de enseñar es el pensamiento crítico. El filósofo Sócrates observó positivamente que sus discípulos perdían a menudo la capacidad de justificar sus propias creencias preconcebidas tras enfrentarse a una serie de preguntas específicas y dirigidas. Entonces, utilizando más preguntas adecuadas, Sócrates descubrió que estos mismos alumnos acababan desarrollando un conocimiento autogenerado y la capacidad de regular sus propios pensamientos.[10]
100 Preguntas de Jesús Recopiladas
La enseñanza del pensamiento crítico es un acto racional e intencionado.[11] Sencillamente, no puede enseñarse en una iglesia donde el pastor siempre predica. Según D.A. Blight, experto en métodos de enseñanza, “para que los alumnos aprendan a pensar, hay que ponerlos en situaciones en las que tengan que hacerlo. Las situaciones en las que están obligados a pensar son aquellas en las que tienen que responder a preguntas, porque las preguntas exigen una respuesta activa…”.[12] Así pues, no es de extrañar que la formulación de preguntas constituyera el núcleo del método de enseñanza de Jesús en entornos reducidos. En los Evangelios se recogen más de cien preguntas formuladas por Jesús. Él preguntaba constantemente. Se ha dicho que Jesús “no vino a responder preguntas, sino a hacerlas; no a tranquilizar las almas de los hombres, sino a provocarlas.”[13]
Malos Hábitos
Entre los hábitos de los alumnos que no utilizan habilidades de pensamiento crítico se incluyen la desorganización en el procesamiento y la preparación del pensamiento, el pensamiento excesivamente simplista (“Tengo suficiente información. No hay necesidad de buscar información adicional”), y el uso de criterios poco razonables (“He orado al respecto y mi fe es sincera. Las pruebas de lo contrario son irrelevantes”).[14]
Thomas Sowell afirmó: “El problema no es que Johnny no sepa leer. El problema ni siquiera es que Johnny no sepa pensar. El problema es que Johnny no sabe lo que es pensar; lo confunde con sentimientos”.[15]
Buenos Hábitos
El educador Robert Ennis resumió que los pensadores críticos tienden a ser capaces tanto de adoptar como de cambiar una postura según lo dicten las pruebas, pueden mantener la pertinencia de la cuestión, buscar información, mantener una mentalidad abierta, tener en cuenta toda la situación, ser capaces de mantener en mente el problema original, buscar razones, tratar los componentes de un problema complejo de forma ordenada, buscar un planteamiento claro del problema, buscar opciones, mostrar sensibilidad hacia los sentimientos de los demás y profundidad de conocimientos, y utilizar fuentes creíbles.[16]
PREDICAR Vs. ENSEÑAR
Una diferencia importante entre la predicación y la enseñanza en el pensamiento moderno es que una enseñanza puede interrumpirse con mayor naturalidad. Se pueden hacer preguntas, añadir ideas y exponer desacuerdos. Jesús encomendó a los apóstoles la tarea de hacer discípulos, un proceso que, según Él, requería “enseñar” (didasko) a la gente a hacer todo lo que Él mandaba, no predicar acerca de hacerlo.[17] Hechos 2:42 deja claro que los discípulos se dedicaron a la “enseñanza” (didaché) de los Apóstoles, no a su predicación. En sintonía con esto, en los dos pasajes que citan las cualificaciones para un líder de la iglesia, uno afirma que debe ser “capaz de enseñar (didatikos)” (1 Tim. 3:2), y el otro, “capaz de instruir (didaskalia)” (Tito 1:9). La capacidad de predicar no era un requisito. En 2 Timoteo 2:24-25a, aprendemos que el siervo del Señor debe ser “capaz de enseñar … corrigiendo a sus oponentes con mansedumbre” (este enfoque de enseñanza gentil parecería ser lo opuesto a la predicación unidireccional, estilo show).
Habilidades de Virtuoso
El problema se ve agravado por el hecho de que pocos líderes de la iglesia poseen las considerables habilidades virtuosas necesarias para elaborar y presentar eficazmente una conferencia interesante. Tal vez lo peor sea que la comunicación unidireccional a menudo embota la curiosidad, provoca pasividad, crea una dependencia enfermiza del predicador y no prepara eficazmente a las personas para el estudio independiente. La conferencia es un método de comunicación antinatural, inapropiado, poco eficaz y demasiado formal en las iglesias pequeñas.
El Pedigrí de la Predicación
En la sociedad secular griega y romana, el estilo oratorio conocido como retórica era una forma popular de entretenimiento. Era muy similar a lo que hoy conocemos como predicación. Se trataba de un monólogo interesante, persuasivo y emotivo. Incluso se consideraba una forma de arte.[18]
Edificios Enormes, Grandes Números
El historiador Edwin Hatch nos informa de que no fue sino hasta siglos después de la época del Nuevo Testamento cuando la retórica del monólogo se incorporó con regularidad a las reuniones de la iglesia.[19] Su introducción se debió en parte a la repentina afluencia de un gran número de creyentes nominales a la iglesia, después de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio Romano. Además, las congregaciones pasaron de la intimidad de las villas romanas de propiedad privada a grandes edificios impersonales que podían albergar a cientos de personas.[20]
Creyentes Nominales
La enseñanza de discusión del tipo “unos a otros”, modelada por Pablo en Troas, se hizo así impracticable, no sólo por el gran número de asistentes, sino también por la naturaleza nominal de estos nuevos “discípulos”.[21] Además, dado que muchos de los primeros Padres de la Iglesia habían sido retóricos antes de su conversión (Tertuliano, Arnobio, Cipriano, Lactancio, Agustín, etc.), no es de extrañar que emplearan fácilmente esta forma de comunicación.[22]
Sigue el Ejemplo de Pablo
Corinto era una ciudad llena de sofistas que dominaban el persuasivo arte de la retórica. Eran elocuentes, muy respetados y tenían muchos seguidores.[23] Es interesante que Pablo parece haber estado decididamente en contra de copiar la retórica de tipo escénico que era tan popular en su época. Lamentablemente, la iglesia de Corinto se había dividido en facciones que seguían a varios líderes cristianos populares (Apolos, Pedro, Pablo e incluso Cristo). Peor aún, incluso habían caído bajo el encanto de varios falsos “superapóstoles” de hablar carismático (2 Cor. 11:5). De su carta a la Iglesia de Corinto se desprende que Pablo no hablaba “con palabras elocuentes, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (1 Cor. 1:17), y que “no vino… con altivez de palabra ni con sabiduría” (1 Cor. 2:1). Al contrastarse con los superapóstoles, Pablo admitió que era “poco hábil para hablar” (2 Cor. 11:6). Evidentemente, Pablo quería ser como el burro que llevó a Jesús el Domingo de Ramos; las multitudes apenas se fijaron en el burro: miraban a Jesús. Aplaudieron a Jesús, no al burro.[24]
Rechaza la Retórica
Entonces, ¿qué sentido tiene? Hoy en día, en una iglesia pequeña, del tamaño de una villa romana, compuesta por creyentes genuinos, debería cuestionarse seriamente el uso continuado de la antigua retórica romana. No copie sencillamente lo que las grandes iglesias se ven obligadas a hacer debido a su tamaño. Presentar un mensaje en el que la congregación escucha pasivamente en silencio, no es la mejor manera de provocar el aprendizaje y es totalmente inapropiado en un entorno más pequeño.
Predicar
La palabra “predicar” ha sido, francamente, sobrecargada en nuestras Biblias inglesas.[25] Más de treinta palabras griegas diferentes se tradujeron como “predicar” en la versión King James, lo que influyó enormemente en la mayoría de las traducciones inglesas posteriores.[26] Sería un error suponer que la actividad del Nuevo Testamento a la que se hace referencia como predicar es similar a la que realizan semanalmente los predicadores modernos en sus púlpitos.[27]
euangellizo
Una palabra griega común que suele traducirse como “predicar” es euangellizo (transliterada “evangelizar”).[28] Como era de esperar, se refiere a la evangelización. Por ejemplo, Pablo escribió que Cristo le envió a “predicar el evangelio” (traducido de una sola palabra, euangellizo, 1 Cor. 1:17). Esta actividad tenía lugar en sinagogas, mercados y lugares como la Colina de Marte. Puesto que las reuniones de la iglesia del Nuevo Testamento estaban diseñadas para la edificación de los creyentes (1 Cor. 14:26), no para la evangelización de los incrédulos, este tipo de predicación no era típica en una reunión semanal de la iglesia. R.H. Mounce comentó que tal como se usa en el Nuevo Testamento, la predicación “no es un discurso religioso a un grupo cerrado de iniciados…”.[29]
kérusso
Otra palabra griega común traducida históricamente como “predicar” es kérusso. También suele asociarse a la evangelización.[30] Por ejemplo, “¿cómo predicarán (kérusso) sin ser enviados?”. (Rom. 10:15). En el griego clásico, indicaba un anuncio público y autorizado que exigía cumplimiento.[31] Kérusso, en el siglo I, significaba “anunciar, dar a conocer” (históricamente por un heraldo).[32] Sin embargo, no debemos limitar nuestro pensamiento a un único método de anuncio, como la predicación del Evangelio al aire libre realizada por Whitefield y Wesley. Kérusso también puede tener simplemente el sentido de dar aviso o informar.[33] Por ejemplo, si alguien comparte tranquilamente el Evangelio con la persona junto a la que está sentado, le ha “predicado” (sin nunca haber levantado la voz). El anuncio del evangelio en el Nuevo Testamento, como quiera que se hiciera, se dirigía principalmente a los perdidos, no a la iglesia reunida. C.H. Dodd definió la predicación neotestamentaria como “la proclamación pública del cristianismo al mundo no cristiano”.[34]
Predica la Palabra
¿Qué hay de los pocos textos que parecen apoyar la predicación (kérusso) a los cristianos en las reuniones de la iglesia? Por ejemplo, Pablo encargó a Timoteo que “predique (kérusso) la palabra; esté preparado a tiempo y fuera de tiempo; corrija, reprenda y anime con toda paciencia y enseñanza” (2 Tim. 4:2). La referencia de Pablo a la “palabra” (logos) se refiere probablemente a las Escrituras mencionadas dos versículos antes en 3:16 (“Toda la Escritura es inspirada por Dios”). Cabe destacar que la orden de Pablo de “predicar la palabra” debía caracterizarse por una “paciencia y enseñanza completas” (4:2). Como ya se ha dicho, kérusso significa fundamentalmente “dar a conocer”. Parte de la forma en que Timoteo fue encargado de dar a conocer la Palabra de Dios fue claramente a través de la “enseñanza”. Hay muchas maneras de dar a conocer las Escrituras, además del concepto moderno de predicar un sermón.
katangello
Una palabra menos común que podría traducirse como “predicar” es katangello. Sin embargo, en el Nuevo Testamento no se refiere a ninguna forma concreta de proclamación.[35] La forma en que se llevaban a cabo estas proclamaciones se ha perdido para la historia. Considerar que katangello es lo mismo que un predicador que predica un sermón sería suponer demasiado. Mi objetivo no es demostrar que nunca hubo sermones en las reuniones de la iglesia primitiva, sino que había otra forma que era más común y más eficaz: la enseñanza dialogada.
¿Son todos predicadores?
Con todo el énfasis que se pone hoy en día en la “centralidad de la predicación”[36], merece la pena señalar que en 1 Corintios 11-14 -una larga sección sobre la eclesiología- nunca se mencionan ni los predicadores ni la predicación. En esta sección, al enfatizar la gran diversidad de dones espirituales dados para edificar la iglesia, Pablo no preguntó: “¿Son todos predicadores?”. En cambio, preguntó: “¿Son todos maestros?”. (1 Cor. 12:29). El directorio de dones espirituales de Romanos 12 enumera la “enseñanza” (didaskalia), pero no la predicación (kérusso, 12:7).
¿Profetas = Predicadores?
Algunos han especulado que los profetas a los que se hace referencia en 1 Corintios 14 eran el equivalente a los predicadores modernos. Supongamos que así fuera. El texto deja claro que en cualquier día del Señor predicaban dos o tres (no sólo uno, como es habitual hoy en día). Además, el predicador podía ser interrumpido y detenido a mitad del sermón: “Si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra” (14:30). Aún más interesante, cada sermón debía juzgarse allí mismo, en el acto: “Que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen” (14:29, LBLA[37]). ¡Eso sí que sería una reunión interesante! Sin embargo, Thomas Schreiner ha señalado que los profetas no eran como los predicadores modernos. Los profetas, a diferencia de los predicadores, no exponían las Escrituras basándose en su propio y previo estudio cuidadoso. Más bien, hablaban espontáneamente cuando recibían mensajes directamente de Dios (1 Cor. 14:29-30).[38]
Trabaja en la Palabra y la Doctrina
1 Timoteo 5:17 se refiere a los ancianos que se ocupaban tanto de “predicar como de enseñar” (LBLA). La palabra griega relacionada con “predicar” es logos, que fundamentalmente se refiere a una “palabra” literal pronunciada al hablar.[39] También podría referirse a un discurso, pero no es la palabra griega típica utilizada para lo que hoy consideramos predicación (kérusso). Y, cualquiera que sea su significado, es claramente diferente de la enseñanza (didaskalia) mencionada en el mismo texto. Dado que logos también puede referirse a la Palabra escrita de Dios,[40] es posible que lo que Pablo tenía en mente fuera la Escritura y no la predicación. Es decir, los líderes de la iglesia que trabajan duro estudiando las Escrituras y posteriormente enseñándolas son dignos de doble honor. Así, la RVA-2015 tiene: “… los que trabajan arduamente en la palabra y en la enseñanza”. Una vez más, el punto no es que predicar un sermón nunca absolutamente podría haber ocurrido en una reunión de la iglesia. El punto es que, a diferencia de la enseñanza, la predicación de un sermón no era una ocurrencia semanal regular.
Prescripción
Deberíamos evaluar el coste de oportunidad de la predicación semanal de sermones en iglesias más pequeñas. Los estilos de comunicación que vemos en el Nuevo Testamento simplemente no eran los mismos que un ministerio desde el púlpito al estilo occidental. Aunque mucho bien proviene de la predicación, la enseñanza de tipo discusión es más efectiva y podría decirse que más bíblica.
Preguntas Desafiantes
¿Cómo podemos, como líderes eclesiales, servir mejor a la Iglesia en la forma en que enseñamos, para hacer discípulos de la manera más eficaz? La costumbre ha sido descrita como el tirano más feroz de todos. No seamos inconscientemente como aquellos a los que Jesús se enfrentó, que dejaron de lado la Palabra de Dios en aras de su tradición. Es mucho mejor seguir el ejemplo del Nuevo Testamento y dejar de dar sermones en las iglesias pequeñas. Haga preguntas desafiantes que hagan que la gente piense y descubra la verdad por sí misma. Adopte el estilo de enseñanza de discusión modelado tanto por Jesús como por Pablo.
“Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.”[41]
NTRF.org ofrece un taller sobre cómo dirigir una discusión sobre la Biblia.
Revisado el 15/04/2024
[1] David C Norrington, To Preach or Not to Preach? (Omaha: Ekklesia Press, 1996), 125.
[2] Bauer, Lexicon, 185.
[3] Hechos 18:4 y 19:8
[4] Bauer, Lexicon, 477.
[5] Bauer, Lexicon, 565.
[6] NVI: Nueva Versión Internacional
[7] JBS: Biblia del Jubileo
[8] La Biblia de las Americas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation
[9] Norrington, Preach, 35.
[10] Douglas Oyler & Frank Romanelli, The Fact of Ignorance: Revisiting the Socratic Method as a Tool for Teaching Critical Thinking. ncbi.nlm.nih.gov. Consultado el 07/09/2023.
[11] “Critical Thinking Skills Toolkit”, ADEA.org. Consultado el 21/11/2023.
[12] Norrington, Preach, 124.
[13] HH Horne, Jesus the Master Teacher (New York: Association Press, 1920), 51.
[14] “Critical Thinking Skills Toolkit”, ADEA.org. Consultado el 21/11/2023.
[15] BrainyQuote.com/quotes/thomas_sowell_163937. Consultado el 09/03/2024
[16] Robert Ennis, “Critical thinking and subject specificity: clarification and needed research”, Educ Researcher 1989; 18:4-10.
[17] Mateo 28:19-20.
[18] Norrington, Preach, 44.
[19] Edwin Hatch, The Influence of Greek Ideas and Usages Upon the Christian Church (Edinburgh: Williams y Norgate, 1891), 86-115.
[20] Harold Turner, From Temple to Meeting House (New York: Mouton Publishers, 1979), 159-162.
[21] Hans von Campenhausen, Ecclesiastical Authority and Spiritual Power in the Church of the First Three Centuries (Stanford: Stanford University Press, 1969), 208.
[22] Norrington, Preach, 46.
[23] The Bible Effect, “1 and 2 Corinthians Historical Background”, YouTube.com. Consultado el 8 de Agosto de 2023.
[24] Adrianism: The Collected Wit and Wisdom of Adrian Rogers (Collierville, Innovo Publishing: 2016), 319.
[25] Lo mismo ha pasado en muchas versiones de las traducciones de la Biblia al español.
[26] Norrington, Preach, 27.
[27] Norrington, Preach, 27.
[28] La forma del sustantivo, euangelion, significa “buenas nuevas”— el Evangelio.
[29] RH Mounce, “Preaching”, New Bible Dictionary, 2nd edition, JD Douglas, ed., (Wheaton: Tyndale, 1982), 961.
[30] Norrington, Preach, 32.
[31] U. Becker, D. Muller, “Proclamation, Preach, Kerygma”, New International Dictionary of New Testament Theology, Colin Brown, ed., Vol. 3 (Grand Rapids: Zondervan, 1978), 45.
[32] Bauer, Lexicon, 431.
[33] Becker, “Proclamation”, 47.
[34] Mounce, “Preaching”, 961.
[35] Becker, “Proclamation”, 45.
[36] “Mohler cites preaching’s centrality in ‘Power in the Pulpit’ seminar”, BaptistPress.org.
[37] LBLA: La Biblia de las Américas
[38] Thomas Schreiner, Spiritual Gifts: What They Are & Why They Matter (Nashville: B&H Publishing, 2018), capítulo 6.
[39] Bauer, Lexicon, 477.
[40] Bauer, Lexicon, 478.
[41] Mateo 28:19-20