Introducción

Una botella de vino es el equivalente dinámico del siglo veintiuno al odre del siglo primero. ‘Nadie’, dijo Jesús, ‘echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces, el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.’ (Mar. 2:22 – BdLA). El vino nuevo produce gases mientras se fermenta. Un odre nuevo puede expandirse para manejar dichos gases, pero uno viejo no. Un odre roto no solo está arruinado en sí mismo, sino que su precioso contenido también se pierde, regándose en el piso.Al comparar el vino nuevo con la nueva vida en Cristo, el odre puede representar las expresiones externas y organizadas de nuestra fe, lo que hacemos como gente de Dios cuando nos reunimos juntos (eclesiología). Un estudio de la práctica de la iglesia, entonces, es algo así como el estudio de las botellas (o los odres). El punto de Jesús en su ilustración de los odres era que cierto comportamiento era simplemente inapropiado. Así mismo, algunas maneras de hacer iglesia pueden ser inapropiadas – incluso perjudiciales – para el nuevo vino de nuestras vidas en Cristo.

Los conocedores del vino prefieren disfrutar su vino en copas especiales. El vino en la copa es sostenido frente a la luz, examinado, movido en remolino, olido y finalmente probado. ¿Por qué es que los conocedores del vino no vierten su vino en vasos plásticos desechables, más económicos, fáciles de encontrar en los cuartos de hotel? Nada cambiaría en cuanto al vino, pero su deleite en el sería disminuido. El contenedor hace la diferencia. Similarmente, si fuéramos seres etéreos que flotan por la vida sin ser afectados por su alrededor, dónde y cómo nos reunimos como gente de Dios podría no ser relevante. Pero como no somos seres etéreos, estas cosas impactan nuestras vidas en comunión con Cristo y nuestro caminar con él.

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Sin embargo, tanto el vino como el odre, tanto el precepto como el patrón, son importantes. Sin discusión alguna, el odre existe por causa del vino, pero sin el odre apropiado el vino se riega al piso y se pierde. Es una falsa dicotomía aferrarse al uno pero sin el otro. Se requiere poner atención en ambos.

Fácilmente se encuentran en la basura las botellas vacías – incluso aquellas en perfectas condiciones. Sin embargo, no hay misterio en por qué fueron botadas allí. Después que el líquido se ha ido, la botella es considerada sin valor. Las botellas claramente existen a causa de lo que sea que contengan. Sin embargo cada botella descartada alguna vez, sirvió a un propósito importante: para entregar su contenido sin percances al usuario final.

Este libro es por lo tanto sobre odres. Lógicamente lo que realmente importa es el vino en sí, no el odre. Estamos escribiendo a aquellos que ya tienen el vino nuevo. Aquellos que no tienen el nuevo vino de la vida en Jesús pueden también echar a la caneca sus teorías de práctica de iglesia. Sin embargo, si una iglesia genuinamente tiene nueva vida en Cristo, entonces el estudio cuidadoso del odre es crítico para asegurar que el vino sea disfrutado en su plenitud.

Suponga que el fabricante de una gaseosa intenta hacerle llegar al consumidor el producto empacado en una botella de plástico sin tapa. La gaseosa nunca llegará al consumidor. Suponga que usted trata de tomarse su café en la mañana en una bolsa de papel. La bolsa pronto va a gotear. Usted perdería ambos: perdería el café y arruinaría la bolsa (¡y también su ropa!). Es necesario un estudio cuidadoso de los contenedores para poder escoger el envase adecuado para cada uso. Sin el envase apropiado, no le quedaría nada al consumidor para disfrutar.

Estamos persuadidos que el mejor contenedor para el vino del Nuevo Pacto se encuentra en la práctica de la iglesia primitiva. ¿Quién sabía mejor que los apóstoles originales cómo organizar y montar mejor las iglesias? Las tradiciones por las cuales hacemos defensa, son aquellas de los apóstoles, como se encuentran exclusivamente en las páginas del Nuevo Testamento. La iglesia de hoy, no solo le ha agregado a esas tradiciones, sino que frecuentemente hace todo lo opuesto. En nuestra opinión, esto es como tomar vino en el vaso plástico de un cuarto de hotel.

En The Innovator’s Dilemma [El dilema del innovador]  el erudito de Harward y experto empresario Chris Gonsalves argumenta que los nuevos productos exitosos ofrecen características que los consumidores valoran, típicamente porque son más económicos, simples, pequeños y revolucionarios. Son, para usar las palabras de Gonsalves, ‘disruptivos’ frente al estatus quo. Las Iglesias en Casas pueden ser estratégicas para la disrupción de las puertas del infierno. Las Iglesias en Casas pueden ser una fuerza estratégicamente disruptiva para las partes adormecidas de la iglesia. Dios, en su providencia, nos ha mostrado algunas áreas de la práctica eclesial, que creemos han sido descuidadas a la larga por la iglesia. Estamos persuadidos que un regreso a los caminos de los apóstoles originales puede traer una tremenda bendición a la Novia de Cristo. Aquellos que participamos en la redacción de este libro hemos gozado de estas bendiciones por muchos años, y deseamos mucho ver a todos los que pertenecen a Jesús festejar en el banquete junto con nosotros.

Más importante aún, las Iglesias en Casas son bíblicas. Nosotros apelamos al Cristianismo ortodoxo, histórico y clásico vertido en el odre de la práctica de iglesia del Nuevo Testamento, como fue establecido por los apóstoles y revelado en las páginas de la Biblia. Las tradiciones de los apóstoles abarcan mucho más que las solas reuniones en casas. Las Iglesias en Casas son apenas una faceta de un diamante multifacético. Nuestra meta es honrar a Cristo y ser completamente bíblicos en cada área concerniente a nuestra vida eclesial. En las páginas que siguen, argumentaremos fuertemente desde la Escritura a favor de las iglesias del tamaño de una sala, pero también a favor de la Cena como una comida completa, los líderes de iglesia como servidores (en vez de señores), gobierno en consenso, el derecho y la responsabilidad de los hermanos para tomar decisiones como cuerpo, la no distinción entre clero y laico, la importancia de tiempos especiales de capacitación y las reuniones participativas de iglesia. Como se hace evidente de lo anterior, nuestra apelación por la iglesia basada en casa, relacional, estilo familia, no significa que nos parezca poco importante ponerle cuidadosa atención al orden y la organización.

Respetuosamente presentamos este libro a la iglesia universal para su consideración. Es el resultado de ambos, años de estudio y experiencia práctica diaria. Este completo estudio de la iglesia es solamente un paso para ponernos en una mejor posición para ser todo lo que Cristo desea que seamos como Su cuerpo de personas. Sea el Señor agradado en permitir a toda Su gente un cada vez mayor conocimiento de Él mismo y Su Novia, y una mayor efectividad en nuestro servicio a Él.

 

Stephen E. Atkerson

Marzo 2008

Atlanta