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Dolores de Crecimiento – Creciendo Demasiado
Parte Uno
En el sentido bíblico más común del término, la iglesia nunca puede ser demasiado grande. Mientras el Señor deje a Su pueblo en esta tierra, siempre será Su intención para que la iglesia que crezca. E incluso en el sentido de la verdadera iglesia local (todos los verdaderamente redimidos en una localidad) es siempre la intención de Dios para nosotros darle la bienvenida al crecimiento como una bendición (ensaye una búsqueda bíblica sobre “multiplicar” para tener un sentir del corazón de Dios sobre el crecimiento numérico).
Pero, ¿qué de una congregación dada de santos que se reúnen juntos regularmente? ¿Es posible para una reunión el ser demasiado grande? En el paradigma de la iglesia de hoy, esto difícilmente parece ser concebible. Después de todo, la meta es el crecimiento numérico, ¿o no? ¿No es el crecimiento evidencia de la salud espiritual, de estar cumpliendo la Gran Comisión? Cuanto más grande es una iglesia, más eficaz debe ser, ¿no es así? Mientras más personas hay en una iglesia, más variados y especializados pueden ser sus programas, satisfaciendo así necesidades más específicas. Tales suposiciones como estas son comunes, ¿pero reflejan realmente el deseo de Dios para Su casa?
El creciente número de cristianos comprometidos con iglesias en casa, dan un sentir de un deseo de intimidad en comunión con otros creyentes, alrededor del Señor. Y muchos han experimentado las características cada vez más impersonales de las iglesias centradas en un programa, especialmente en la medida en que crecen (o tratan de parecer más grande de lo que son). Muchos han sentido la desconexión de ser privados de sus derechos por la producción cada vez más profesional que muchas iglesias aspiran ofrecer en sus servicios.
En cuanto a mí y mi casa, me parecen convincentes los argumentos bíblicos a favor de las iglesias que se reúnen exclusivamente en hogares privados. La insistencia de Pablo (en 1 Cor 4:16-17; 11:1-2, 16; 14:33; Ef 2:20; Fil 3:17; 4:9; 2 Tes 2:15; 3:6-9; 1 Tim 1:16; 1 Tim 3:14-15; 2 Tim 1:13) de que las iglesias sigan el patrón apostólico (y su propio ejemplo) son argumentos convincentes en contra de la noción de que dónde se reúnan las iglesias no es un asunto de un mandato bíblico.
Reunirse en torno al Señor de una manera auténtica, es tan emocionante, interesante y agradable que el crecimiento numérico probablemente resulte, con en el tiempo, a medida que los santos maduran corporativamente en su capacidad de dejar que el Espíritu Santo dirija sus fiestas/reuniones. ¿Qué deben hacer las iglesias cuando crecen hasta el punto que ya no pueden caber en una típica casa privada? ¿Cuánto es demasiado grande?
Jesús usó una analogía (una parábola – Mat 9:17; Mar 2:22, Luc 5:37-39) contrastando el vino nuevo y viejo, y odres al defender de falta de ayuno de sus discípulos. Claramente el vino es más importante que el odre, pero el odre equivocado puede ser perjudicial para el beneficio del vino. La función es más importante que la forma, pero la forma equivocada puede inhibir la función deseada.
Siempre es arriesgado (y por lo tanto a veces cuestionable) especular sobre los propósitos de Dios para Sus actos. Sin embargo, Él nos llama a aprender Sus caminos (Sal 25:4; 51:13; 95:10). Permítanme proponer cautelosamente el por qué la iglesia del Nuevo Testamento era tan frecuentemente retratada reuniéndose en los hogares. Sospecho que la clave se encuentra en la descripción explícita de Pablo de una reunión de iglesia en la que todas las cosas deben ser hechas “decentemente y en orden” (1 Cor 14:40).
A lo largo de 1 Corintios 14, Pablo contrasta las prácticas que son desordenadas y confusas con aquellas que son ordenadas y edificantes. Interesantemente, la definición de Pablo de orden es significativamente diferente de lo que muchos de nosotros encontraríamos cómodo, por lo menos en una reunión formal (lo que puede ser la clave para entender el problema). Pablo advierte contra tales prácticas confusas, como hablar en lenguas de otras personas no entienden, tener a más de una persona hablando a la vez, tener liderando a las mujeres y otras cosas que se centra en el propio placer de uno en lugar del beneficio de todo el grupo. Pero luego él las contrasta con las descripciones de las experiencias corporativas ordenadas y edificantes.
Por ejemplo, después de retratar una situación inadecuada en la que “un no creyente o una persona desinformada” (presumiblemente un creyente desinformado) viene a donde “toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas” y concluye “que todos están locos” (1 Cor 14:23), Pablo describe entonces, la alternativa apropiada. Curiosamente, la mejor práctica no es sentarse quietos y escuchar a los expertos exponer de las Escrituras. En cambio, dice Pablo (1 Cor 14:24-25) que “si todos profetizan,” esta “persona no creyente o no informada” será “convencida por todos” y “juzgada portodos.” El resultado final es que “postrándose” [¿esto es ordenado?], adorará a Dios, declarando que Dios verdaderamente está entre ustedes”.
Lo increíble es que esta participación profética de todos es a lo que Pablo se refiere con “decentemente y en orden.” Él continúa argumentando (versículo 26) que cuando los hermanos se reúnen cada uno trae algo para que se haga para edificación. Estas cosas pueden incluir un salmo, una enseñanza, una lengua, una revelación o una interpretación. Tenga en cuenta que esta lista incluye cosas que podrían ser planeadas con anticipación, pero también cosas que probablemente no podrían ser preparados previamente.
Un poco más adelante él dice (versículo 30) que si alguien está hablando y “algo es revelado a otro que estuviere sentado,” el primer orador debe dar la bienvenida a la interrupción y dejar hablar al segundo hermano. Él continúa con la afirmación fenomenal (versículo 31) de que “todos ustedes pueden profetizar, uno por uno.” A primera vista esto parece contradecir su directiva dos versículos antes de “que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen.” Si sólo dos o tres pueden profetizar, y sin embargo él dice que “todos” pueden profetizar, una posible interpretación es que sólo debería haber dos o tres hermanos presentes. Aunque dudo que esta sea la interpretación correcta del pasaje, sin duda apuntaría hacia reuniones relativamente pequeñas.
En realidad, sospecho que la interpretación correcta es que las profecías debían ser expresadas en conversación, entre dos o tres hermanos, con los que escuchaban discerniendo si ellos estaban escuchando o no la voz del Pastor (Jn 10:3-5, 16, 27). Esto todavía suena como una conversación relativamente íntima, con algunos participando y los demás inclinándose hacia adelante (inclinando sus corazones) a medida que escuchan con sus oídos y sus espíritus.
Incluso en la siguiente sección, en la cual Pablo se habla del silencio dinámico de la mujer (ejerciendo una presión tácita sobre los hombres para que lideren), hay un sentido del contexto interactivo de la reunión cuando dice (versículo 35), “si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa.” Al parecer, los hombres debían estar libres para interactuar durante la reunión, haciendo preguntas. Está claro que la reunión de iglesia prevista por el apóstol era interactiva y participativa, íntimamente personal, y guiada espontáneamente por el Espíritu Santo, pero ordenada en el sentido de que cada persona debía considerar el bien del grupo en lugar de su propia edificación (considerar). Una congregación es demasiado grande si todos no pueden participar íntimamente.
Una cosa interesante sobre los hogares privados es que rara vez son lo suficientemente grandes como para facilitar reuniones de más de unas pocas familias. Creo que somos sabios, y cooperamos con los caminos del Señor, cuando elegimos diseñar nuestras casas para facilitar a los grupos de los santos el reunirse allí. Pero, ¿es posible que el Señor haya ordenado que las iglesias se reúnan de casa en casa con el fin de mantener el número relativamente pequeño? Si es así, podríamos estar socavando Su intención cuando buscamos instalaciones más grandes.
Si yo pudiera construir una casa con una sala que pudiera facilitar reuniones de 200 personas, ¿sería eso una ayuda a la iglesia? ¿O podría posiblemente estar comprometiendo el diseño de Dios de mantener los grupos de alguna manera más pequeños? Dudo que el Señor se complazca que nos pongamos límites numéricos. Sin embargo, me parece a mi que hay un principio general que debemos prever en relación con el tamaño de las congregaciones reuniéndose juntas íntimamente.
En 1993, por cuarta vez, nuestra familia empezó a reunirse junto con un par de otras familias como iglesia. Con los años el tamaño del grupo ha crecido, y a veces disminuido. En un momento dado algunos de nosotros sentimos que habíamos alcanzado un tamaño que era demasiado grande para una casa. Yo les sugerí que consideráramos la búsqueda de un salón más grande en el cual reunirse, pero el Señor uso varios de los otros hermanos para impedirnos ir por ese camino. Al parecer, la provisión del Señor para nosotros en ese momento era que el tamaño del grupo disminuyera. Durante un período de tiempo relativamente corto, varias de las familias se trasladaron a otras regiones, aliviando así la presión de tratar con la pregunta de qué hacer si la congregación llega a ser demasiado numerosa como para caber en una casa.
Recientemente el Señor ha traído una vez más crecimiento al círculo de los santos entre el cual estamos caminando. Actualmente hay cinco familias que participan viviendo en nuestra comunidad de Springfield, California, cuya proximidad geográfica permite una frecuencia de contacto que nos anima a caminar juntos en relativa intimidad (aunque todos reconocemos un anhelo de que el Señor obre más en unir nuestros corazones en unidad alrededor de Él). Otras dos familias se encuentran actualmente en el proceso de trasladarse aquí. Otras dos familias que viven a cerca de media hora de distancia han expresado su deseo (e intenciones reales) de vivir aquí. Otras dos familias que participan viven a hora y media de Springfield, y otras dos familias viven a una y dos horas de distancia, pero han asistido a las reuniones semanales durante años. Finalmente, hay varias otras familias que visitan las reuniones semanales frecuentemente. (Los que viven más lejos tienen dificultad de experimentar mucho el “exhortarnos unos a otros cada día” de Hebreos 3:13, como consecuencia de las limitaciones geográficas.)
Claramente estamos en un punto donde no todos los que quieren reunirse con nosotros pueden participar en una sola reunión en una casa privada. Si todas las familias que se han identificado como parte de la congregación estuvieran presentes en un mismo lugar, al mismo tiempo, habría noventa personas. Si alguno de los visitantes habituales o poco frecuentes estuvieran presentes, serían aún más.
Queremos escuchar la dirección del Señor con respecto a lo que debemos hacer en cuanto a esta situación. Podríamos tratar de planificar una respuesta, pero la probabilidad de resolver con un enfoque que en el que Él no encuentre placer, es muy alto. Salomón dijo (dos veces, Prv 14:12 y 16:25), “Hay un camino que le parece correcto al hombre, pero su fin es camino de muerte”. Sin embargo, el Señor aparentemente se complace en que ponderemos Sus caminos revelados en las Escrituras, y anticipemos por dónde probablemente nos conducirá. Consideremos algunas posibles soluciones, que pueden (o no) eventualmente ser lo que el Señor guíe.
Aunque dudo seriamente que el Señor quiera que busquemos un lugar de reunión más grande para acomodar a todos, esa es una posibilidad que otros han sentido que le agrada al Señor. Sin duda es una posibilidad, aunque una dudosa.
Podríamos simplemente no hacer nada. Esto podría ser del Señor como si nos “quedamos quietos y vemos la salvación del SEÑOR” (2 Cro 20:17). Es muy posible que el Señor provea una solución sin pedirle a ninguno de nosotros cambiar en absoluto lo que hemos estado haciendo. O Él puede llamarnos a aceptar las multitudes con alegría. La mayoría de nosotros hemos escuchado historias de las congregaciones en los países del tercer mundo, en donde muchísima gente se reúne en un espacio muy reducido. Pero como están las cosas ahora, muy pocas familias están dispuestas a abrir sus casas para reuniones, sabiendo que no hay manera de que todos quepan. Me parece a mi, que el incentivo para evitar la hospitalidad es algo por lo cual que debemos buscar al Señor para eliminarlo.
Otra posibilidad (aunque remota) es que el Señor nos lleve a limitar el número de personas que son bienvenidos a reunirse con nosotros. Podríamos hacer como algunos grupos de apoyo de escuela en casa hacen y simplemente tener un grupo cerrado, solicitando a cualquier otra persona que esté interesada en caminar en el camino que el Señor nos está llevando, a encontrar a otros con los cuales reunirse. Por muy dudosa que esta opción es para mí, quiero dejar la puerta abierta a lo que sea que el Señor guíe.
Una opción que ha sido discutido entre muchos en el movimiento de iglesias en casa, es la posibilidad obvia de multiplicarse al dividir un grupo grande en dos. Esto se haría sobre la base de la geografía, o podría hacerse basado en cualquier otro método (sorteo, número o edades de los miembros de la familia, intereses comunes, convicciones, teología, etc.). Me parece a mí que distinguir una iglesia de la otra sobre la base de otra cosa diferente a la geografía, es el tipo de sectarismo que Pablo menciona en varios de los primeros capítulos de 1 Corintios. Elegir reunirse sólo con personas que son similares a mí, es una aceptación tácita de divisiones en el cuerpo. Si debo concluir que alguien es realmente un miembro del cuerpo de Cristo, también debo darle la bienvenida a la comunión con esa persona.
Un par de las familias con las que nos reunimos, que viven bastante lejos de la mayoría de nosotros, han expresado su temor de que en algún momento se les pida separarse y formar un grupo distinto. Interesantemente, si todas las familias que no son de Springville tuvieran que reunirse juntas, distintas a las familias de Springville (incluyendo a los que sin duda se traslada para acá), los dos grupos tendrían exactamente el mismo número de familias. Esta es ciertamente una posibilidad a la que el Señor podría guiar. Sin embargo, mi impresión es que una división tan arbitraria deja un sabor a manipulación humana en ver de escuchar a la guiánza del Espíritu Santo.
Sin embargo, en la Escritura las diferencias geográficas en la iglesia fueron la base legítima para la identidad iglesia única. La iglesia de Antioquia era una con la iglesia en Jerusalén, pero había un sentido en el eran iglesias distintas. Sólo hay un cuerpo de Cristo, compuesto por todos los creyentes de todos los tiempos en todo el mundo. Pero hay distintas iglesias (plural) en base a la geografía (no en lealtades humanas, prácticas distintivas, o posiciones teológicas únicas). Aunque debemos admitir que la iglesia moderna está dividida, la solución es ver la iglesia desde la perspectiva de Jesús. Hay, pues, una sola iglesia en Springville, California, y todos los cristianos en Springville son parte de la iglesia en Springville. Incluso todos los cristianos en la iglesia de Springfield no pueden (y, creo que no deben) reunirse regularmente en un solo lugar. Si no nos reunimos en un solo lugar, porque somos demasiados, ¿cómo decidimos quién se reúne donde?
Otra posibilidad es agendar reuniones en diferentes tiempos, e invitar a las personas a participar en las reuniones que mejor se ajusten a su horario y preferencias. Ciertamente, este es un acercamiento que se considera una obvio para las iglesias institucionales que superan su tamaño. Podríamos tener un servicio temprano y un servicio tarde. (Estoy casi vomitando a medida que escribo esto). La gente puede elegir en qué fiesta de amor quieren participar. Podrían alternar la participación, e incluso de vez en cuando disfrutar de ambas fiestas. Tal vez varios de los hermanos que sienten un llamado especial para la supervisión de la congregación pueden de manera especial convertirlo en una razón para participar en ambos grupos.
Estos son tiempos emocionantes, a medida que encontramos al Señor guiándonos por caminos que son distintos a las tradiciones que han sido establecidas durante siglos. Ojala nos humillemos a nosotros mismos ante el Señor, reconociendo que no podemos descubrir los mejores acercamientos, y que somos totalmente dependientes de la dirección del Espíritu Santo, para que verdaderamente podamos ser una placer para nuestro Esposo.
— Jonathan Lindvall
Parte Dos
Cuando los autores de este libro sostienen que el patrón del Nuevo Testamento es para que cada iglesia local sea más pequeña y en vez de más grande, no nos referimos a pequeña, en el sentido de tres o cuatro personas. Nos referimos a pequeña, en el sentido de decenas de personas frente a cientos o miles de personas. Tener muy pocas personas en una iglesia puede ser tan problemático como tener demasiadas. ¿Qué evidencia bíblica hay en cuanto al número de personas involucradas en una iglesia en casa del Nuevo Testamento?
Había una sola iglesia en casa en Corinto. En su carta a los Romanos, escrita desde Corinto, Pablo escribió: “Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia, te saluda” Ro 16:23. Gayo hospedo a toda la iglesia de Corinto en su casa. Además, el saludo contenido en 1 Corintios 1:2 saluda a “la iglesia de Dios en Corinto,” lo que sugiere que sólo había una iglesia en casa en Corinto.
1 Corintios 11b revela que hubo abusos de la Cena del Señor en Corinto. Había profundas divisiones de clase. Los ricos se negaban a comer con los pobres, por lo que conspiraron para llegar temprano al lugar de la reunión. Para el momento en que finalmente los pobres llegaron allí, tal vez después del trabajo, los ricos ya habían cenado y no quedaba comida. La naturaleza de este abuso de la Cena del Señor no podría haber sucedido a menos que todos, ricos y pobres, estuvieran juntos en la misma iglesia, reunidos en el mismo lugar. Es evidente que no se reunían en diferentes lugares de Corinto para la Cena del Señor. Los ricos evitaban a los pobres al llegar a una hora diferente, no a un lugar diferente.
En 1 Corintios 5:4-5, Pablo se refirió al hermano inmoral que necesitaba disciplina. Él escribió: “Cuando estén reunidos en el nombre de nuestro Señor Jesús y yo esté con ustedes en espíritu, y el poder de nuestro Señor Jesucristo esté presente, entreguen a este hombre a Satanás.” Pablo escribió claramente, como si todos los creyentes en Corinto se reunieran en el mismo lugar.
El Señor Jesús mostró el proceso de disciplina de la iglesia en Mateo 18. Cuente el número de personas potencialmente involucradas: el pecador, el hermano ofendido, y después los dos o tres testigos. Esto son cuatro personas. Después de eso, se involucra a toda la iglesia. Presumiblemente el número de personas en el resto de la iglesia no es simplemente una persona más (una quinta persona); presumiblemente hay al menos tantos en la iglesia, como los que ya están involucrados en el proceso de disciplina (por lo menos cuatro más). Eso significaría que Jesús previó que una iglesia típica tuviera al menos 8 adultos. Es mucho más probable que hubiera muchos más en la iglesia que los que habían estado involucrados en las etapas iniciales del proceso de disciplina. En ese momento de la historia, cuando Jesús dijo esto, el sistema de la sinagoga evidentemente requería que hubiera diez hombres judíos en un lugar, antes que una sinagoga pueda ser formada. Si este principio general fue llevado a las iglesias, diez hombres más sus mujeres, equivale a una veintena de personas. ¡Añada a los niños y usted tiene una casa repleta!
Y además, otro indicador de que en Corinto había solo una congregación reuniéndose en un solo lugar, se puede encontrar en 1 Corintios 14:23: “si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y algunos que no entienden o algún no creyente entran, ¿no dirán que ustedes están locos?”. La versión KJ es aún más clara: “Si por lo tanto toda la iglesia se reúne en un solo lugar. . . ”
Un examen de los diferentes dones presentes en la asamblea de Corinto sugiere que había una veintena de personas en esa sola iglesia. Tres hablantes en lenguas más intérprete y tres profetas se mencionan en 1 Corintios 14:27-32, para un total de siete personas. Agregue una sola persona más con un himno y otra con una palabra de instrucción (14:26) y el total asciende a nueve. Incluya a las mujeres (que no hablaban, 14:33b-35) y el número de adultos presentes fácilmente llega a los dieciocho. Alrededor de doce dones espirituales diferentes son mencionados en 1 Corintios 12:7-31, con la implicación de que todos estaban en operación en Corinto. ¡Esta era una iglesia en casa de tamaño saludable!
¿Qué tan grande era la iglesia en casa de Corinto? Está claro que no era un asunto de “nosotros cuatro y no más.” Había docenas de personas en esa sola iglesia en casa, no cientos de personas, no miles de personas, y no sólo una o dos familias. Cuando nos imaginamos el tamaño de la típica iglesia en casa del Nuevo Testamento, debemos imaginarnos una casa repleta de veintenas de creyentes presentes. De manera correspondiente, ¡en nuestras iglesias hoy en día tenemos que pensar en pequeño de una manera realmente grande! Muchas personas involucradas con iglesias en casas no estarían contentas en una iglesia convencional con cientos o miles de personas. Así mismo, no deberían estar contentos en una iglesia en casa con unas poquitas personas. La iglesia tiene que ser vibrante y creciente, llegando a nuevas personas con el evangelio. La norma es que haya docenas de personas.
Usted se estará preguntando cómo una casa puede acomodar a tanta gente para la iglesia. Es interesante que el Nuevo Testamento a menudo indica, que la iglesia regularmente se reunía en la casa de la misma persona. Por ejemplo, Pablo envió saludos a la iglesia que se reunía en la casa de Priscila y Aquila (Ro 16:3-4), a la iglesia que se reunía en la casa de Ninfas (Co 4:15) y a la iglesia que se reunía en el hogar de Filemón (Flm 1-2). Estas congregaciones rotaban alrededor de casa en casa. Esto podía ser porque esas personas era propietarias de casas lo suficientemente grandes para acoger las reuniones de toda la iglesia. Si la norma es que una iglesia en casa tenga decenas de personas en ella, y algunas casas de los miembros son demasiado pequeñas para servir a tantas personas, la iglesia podría no estar en capacidad de celebrar sus reuniones en ese hogar. La historia de la Iglesia primitiva revela que la iglesia se reunía en las casas de sus miembros más ricos, presumiblemente porque tenían casas mejor condicionadas para acomodar a un mayor número de personas.
Se puede esperar razonablemente que un cuerpo de creyentes que camina con el Señor e irradia luz en una comunidad oscura, atraiga a nuevos miembros. A medida que una iglesia en casa crece numéricamente, el espacio será un lujo. Históricamente, los creyentes han resuelto este problema (y es un buen problema a tener) al construir edificaciones cada vez más grandes para alojar a más personas. Sin embargo, el patrón del Nuevo Testamento no es construir edificios especiales para poder acomodar a más personas que las que caben en una sala típica. Sin embargo, tampoco hay un patrón del Nuevo Testamento de una iglesia en casa dividiéndose. El testigo apostólico permanece en silencio sobre cómo la iglesia primitiva manejaba el crecimiento. A menos que algún otro patrón existente del Nuevo Testamento sea violado, en última instancia esta es una cuestión de libertad en el Señor.
Las personas se resisten a la división (y esto es comprensible así), porque la perspectiva de las relaciones perdidas es demasiado dolorosa. Otros, de manera justificable, temen que una falta de líderes calificados en el nuevo grupo pueda resultar en un desastre. Otra preocupación es, que en una obra nueva, pionera, aquellos que están al margen puedan irse de la iglesia (los pioneros pueden tener una vida dura). Y además, otra razón para resistirse a la división es la preocupación de que la nueva iglesia pueda tomar decisiones que son contrarias a las decisiones originales de la iglesia primitiva, que puedan llevar a conflictos. Todas estas preocupaciones pueden ser válidas.
Razones pobres para dividir incluyen: alojar a un gran número de personas es sencillamente demasiada molestia para prepararse; hay demasiados niños salvajes para seguir ese ritmo; y las diferencias teológicas menores hacen que sea más fácil irse que trabajarlas o tolerar. Los motivos son importantes. ¿Por qué quieren dividirse? ¿Son sus motivos egoístas o son para servir mejor al cuerpo de Cristo?
Por otro lado, puede ser hora de considerar una nueva obra cuando tanta gente ya asiste regularmente a la reunión de 1 Corintios 14, que se hace difícil para todo el mundo que desee participar así. Otro indicador de que es hora de comenzar una nueva iglesia, es cuando hay tantos asistiendo, que la casa anfitriona simplemente no puede acomodarlos a todos (no hay lugar para sentarse). Además, un grupo cada vez más grande necesariamente se traducirá en una pérdida de la intimidad y la rendición de cuentas (solo se puede mantener una red de unos pocos amigos). Tener una iglesia más pequeña también animará a los más tímidos a hablar y empezar a aprender a cómo ser líderes sirvientes por sí mismos (aumento del aprender haciendo).
En última instancia, se convierte en un problema de capacidad. Si una iglesia quiere ser usada por Dios para ser más y más una bendición para otros, hay que darle la bienvenida y acomodar de alguna manera a las personas nuevas. Para empezar, ¡debe haber lugar para ellos para venir a la reunión! La única solución bíblica a largo plazo para esto, es iniciar una nueva iglesia. Idealmente, la nueva iglesia tendrá líderes calificados en ella, mantendrá un contacto estrecho con la iglesia fundadora, tendrá maestros dotados en ella, músicos, tendrá personas dispuestas a acoger a la iglesia en su hogar, será una buena mezcla de jóvenes y viejos, etc. Pero, ese es el ideal. No todo esto es necesario. El requisito principal es que algún tipo de liderazgo maduro y de supervisión este presente, bien sea a través de un apóstol o de la iglesia madre. (Hay que subrayar que nadie debe ser presionado, obligado o ordenado a hacer algo con respecto a dónde participan en la iglesia. El gobierno de la Iglesia debe ser por consenso, no por mandato. No debe haber una asignación arbitraria ni artificial ni de presión sobre quién va a dónde o cuándo.)
En la mayoría de las iglesias bien establecidas, hay usualmente aquellos que están verdaderamente comprometidos, aquellos que vienen por conveniencia, pero que en realidad no creen en seguir los patrones del Nuevo Testamento, aquellos que viven cerca y forman elnúcleo de la comunidad, aquellos que se desplazan desde largas distancias, aquellos que son célibes (solteros) y también aquellos que funcionan como coaches/entrenadores (los ancianos). Esta mezcla se debe ser tomada en consideración por el liderazgo cuando se pondere el nacimiento de una nueva iglesia desde una iglesia ya existente.
En suma, una iglesia tiene varias opciones una vez que su capacidad de alojamiento se ha alcanzado:
1. Seguir siendo los mismos y dejar de crecer numéricamente. En este escenario, los recién llegados eventualmente se resentirán y serán vistos como problema. Al sentir ellos esto, los visitantes o no volverán una segunda vez, o se irán pronto a una congregación mas acogedora. ¡De seguro que este no es el camino de Dios! El Reino, al igual que la levadura escondida en la masa de pan, está obligado a crecer y extenderse. Trabajemos con Dios, no contra él.
2. Construir edificaciones cada vez más grandes para albergar a más personas. Esta es la opción más común elegida históricamente, pero viola el patrón del Nuevo Testamento. El problema es que demasiadas personas presentes en una sola iglesia comienzan a obstaculizar el propósito de incluso tener una reunión de la iglesia en el primer lugar. El tamaño no necesariamente es una indicación de fortaleza (la grasa no es músculo). Las reuniones tipo 1 Corintios 14 se hacen imposibles (que es como iniciaron los servicios de adoración). La Cena del Señor como una comida completa todavía puede llevarse a cabo, pero se hace difícil, si no imposible, hablar con cada uno durante el transcurso de la comida, ya que hay tantos presentes. Se pierde la intimidad y la rendición de cuentas comienza a sufrir. Hacerle frente a los diversos asuntos que tienen las personas se convierte en un problema. La iglesia se convierte más en un negocio que en una familia.
3. Dividir la iglesia de alguna manera uniforme, separando por fortalezas y debilidades lo más uniformemente posible, en la medida en que la personas son guiadas por el Espíritu (y no por coerción).
4. Enviar pequeños grupos (subconjuntos) del grupo principal para iniciar nuevas obras. Por ejemplo, dos tercios se quedan y un tercio sale. El subconjunto que forma la nueva iglesia tendrá una carga dada por Dios para hacerlo; ninguna obligatoriedad sería correcta.
Al final del día, hay que preguntarse: “¿Cuál es la mente del Señor en esto? ¿Cuál es la voluntad de Dios para nuestra iglesia?” ¡Estemos sintonizados en Su frecuencia y veamos lo que Él tiene que decir!
— Steve Atkerson
Parte Tres
Otra propuesta para la división y el crecimiento de las iglesias en casa, que quiero plantear, es la de ver la división desde una perspectiva evangelístico misionera.
Desde la iglesia tradicional venimos acostumbrados al pensamiento de ‘traer’ a las personas a nuestra iglesia, sea la casa o la edificación. De acuerdo a lo que puedo ver en el Nuevo Testamento y según el mandato del Señor contenido en la Gran Comisión, nuestra obligación no es ‘traer’, sino ‘ir’. Si partimos de este punto, el crecimiento de las iglesias en casa se facilita enormemente, pues en vez de invitar a todas las familias o personas nuevas a venir a nuestra casa, podemos ofrecerles iniciar en las casas de ellos, junto con sus amigos y/o familias, y nosotros desde la iglesia madre estamos al lado para apoyarles y entrenarles. Esto obviamente implica, que la iglesia madre debe contar ya con un grupo de líderes entrenado, que éste en capacidad de asesorar las nuevas iglesias que surgen, así como los apóstoles lo hacían en cada ciudad y casa en la que surgían espontáneamente los grupos nuevos.
De esta manera, la iglesia madre no crecerá demasiado y podrá concentrarse más en las relaciones y el crecimiento ya existente, y al mismo tiempo las nuevas iglesias podrán iniciar un proceso en el cual se generan nuevas relaciones que permitan ir creciendo.
La relación final entre cada uno de estos grupos, se sostiene a través de la generación natural de redes de relaciones y comunicaciones, y al mismo tiempo se va cumpliendo la Gran Comisión, y se evita el ‘estancamiento’ de las comunidades de iglesia en casa en un lugar, y el ‘ponerse demasiado cómodos’ de las mismas, que es una tendencia muy típica de la iglesia y cultura occidental. La comunión es muy buena, pero no debe frenar en ningún caso el trabajo evangelístico y misionera de la ekklesia.
— El Traductor
Preguntas de Discusión
1. ¿Es posible que una sola reunión se vuelva demasiado grande?
2. ¿Cuáles son los inconvenientes de las iglesias grandes o centradas en un programa?
3. ¿Qué deberían hacer las iglesias cuando crecen hasta el punto que ya no caben en una típica casa privada? ¿Cuántos es demasiado grande?
4. ¿Qué propuestas de cuidado ofreció el autor sobre por qué la iglesia del Nuevo Testamento fue retratada tan consistentemente como reuniéndose en casas?
5. Si usted pudiera construir una casa con una sala que pudiera facilitar reuniones de 200 personas, ¿sería esto una ayuda para la iglesia? ¿Por qué?
6. ¿Qué opciones dio el autor para resolver el problema de tener más gente de la que puede caber en una sala?
7. ¿Qué evidencia escritural hay en cuanto al número de personas involucradas en una iglesia en casa neotestamentaria?
8. ¿Rotaban las iglesias del Nuevo Testamento de casa en casa o siempre se reunían en la misma casa? Explique.
9. ¿Por qué las personas se resisten a abandonar una iglesia existente para iniciar una nueva?
10. ¿Cuáles son los indicadores de que es tiempo de considerar iniciar una nueva iglesia?
11. ¿Qué factores deben tenerse en cuenta cuando se estudia la plantación de una nueva comunidad?
Nota: La NTRF también ofrece recursos para maestros, para ayudar a dirigir una discusión sobre la vida de la iglesia neo-testamentaria. PidaThe Practice of The Early Church: A Theological Workbook (Leader’s Guide) en www.NTRF.org.